La lluvia caía cada vez con más fuerza y yo me encontraba bastante lejos de mi casa como para volver en medio de la tormenta. Lo único que se me ocurrió fue buscar un sitio en el que guarecerme hasta que parase de llover. Miré al rededor y a través de la cortina de lluvia pude distinguir una casa. No esperé más y corrí como pude entre el barro agarrando con todas mis fuerzas los bolsillos para que no se me cayera ninguna cereza.
Después de unos minutos llegué a la casa y me escondí en un porche trasero. Con la carrera me había entrado el hambre y me comí unas cuantas cerezas. En el momento en el que me estaba acabando de comer todas las del primer bolsillo me pareció ver a un niño pequeño que se estaba acercando a mí. Me asusté. Cuando estuvo a menos de un metro vi que llevaba consigo bastantes cerezas y las apoyó en un muro de piedra. Pude distinguir que tenía la cara redonda, confiada y simpática. Su frente estaba medio tapada por un gorro de color rojo intenso. Sus cejas eran tan rubias que casi no las apreciaba. Sus ojos grandes y concentrados en mí eran soñadores y de un gris oscuro. Su nariz era chata y amplia. Debajo de ella, estaban sus labios bastante carnosos en los que se apreciaba una delicada sonrisa. Sus cabellos rubios y desordenados brillaban con los pocos rayos de luz que llegaban a mi escondite. Su cuello era corto y muy blanco al igual que sus manos rechonchas.
Fuentes:
- http://www.materialesdelengua.org/aula_virtual/descripcion/descripcionpersonajes.htm
- http://escribircuadros.wordpress.com/ecfrasis/
- http://poesia-pintura.blogspot.com.es/search/label/Edouard%20Manet
- http://roble.pntic.mec.es/~msanto1/lengua/1descrip.htm
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